lunes, 21 de diciembre de 2009

IV. El hombre

Don Lucas. San Andrés Duraznal, Chiapas


Canek dijo:
- Todo depende del lugar que el hombre ocupa en la tierra. Las discordias y los aciertos de los hombres se explican si recordamos cuál es el lugar que tienen cerca de la tierra. Así vemos que los indios viven junto a la tierra. Duermen en paz sobre el pecho de la tierra, conocen sus voces y sienten el calor de sus entrañas. Perciben el olor de la tierra; olor que enriquece los caminos. Los blancos han olvidado lo que es la tierra. Pasan sobre ella aplastando y atropellando la gracia de sus rosas. Son el viento que se quiebra y salta sobre el rostro de las piedras.
Canek, Emilio Abreu Gómez

III. Lo imposible

Amanecer en Simojovel, Chiapas

Guy quiso guardar entre sus manos los colores del iris que forman un cristal. En la sombra los colores desaparecían.
- Jacinto – dijo a Canek -, le prometí a Exa un regalo. Pero me parece que es un regalo imposible.
- Nada es imposible, niño Guy, cuando el corazón es limpio.
Guy volvió a mirar, bajo el sol, los colores del iris.
Se quedó mirándolos con tanta emoción que sobre ellos cayeron sus lágrimas. Entre las manos de Guy quedaron prisioneros, lúcidos, los colores del iris y Exa tuvo su regalo.
Canek, Emilio Abreu Gómez

II. El destino

Tikal, Petén, Guatemala
Canek
Al caer la tarde, Jacinto y Guy salieron del pueblo. Tomaron el camino antiguo, rumbo de Xinum, donde solían reunirse los señores de la antigua tierra maya rebelde. Por instantes se oscurecía el campo. De pronto, apareció el pájaro que guarda los caminos y que los indios dicen Pujuy. Saltaba delante de ellos como si fuera gente de razón y conociera la flaqueza de los hombres.

- En buena hora, niño Guy, nos acompaña el pájaro Pujuy. Hay que seguir adelante, vencer el cansancio, el miedo y el deseo. La fatiga disfraza sus intenciones. La fatiga es sueño, curiosidad y desgano en los caminantes. Abre bien los ojos, hijos, y sigue al pájaro Pujuy. Él no se equivoca. Su destino es como el nuestro: caminar para que otros no se pierdan.
Canek, Emilio Abreu Gómez

I. La inmensidad

Camino a la Bufadora, Baja California

Canek habló a Guy:
- Mira el cielo; cuenta las estrellas.
- No se pueden contar.
Canek volvió a decir:
- Mira la tierra; cuenta los granos de arena.
- No se pueden contar.
Canek dijo entonces:
- Aunque no se conozca, existe el número de las estrellas y el número de granos de arena. Pero lo que existe y no se puede contar y se siente aquí dentro, exige una palabra para decirlo. Esta palabra, en este caso, sería inmensidad. Es como una palabra húmeda de misterio. Con ella no se necesita contar ni las estrellas ni los granos de arena. Hemos cambiado el conocimiento por la emoción: que es también una manera de penetrar en la verdad de las cosas.
Canek, Emilio Abreu Gómez